Las mujeres de este libro no son mujeres en general, sino particulares. Una mujer tiene fuerzas internas extrañas que ella misma desconoce: cuando ama de verdad se suelen desencadenar. Entonces puede quemar y dejar marcado para siempre al hombre que la acompaña, en un cuarto desnudo de plena Ciudad Vieja. Otra mujer es gorda, grande y pisa fuerte. No se sabe de dónde viene ni a dónde va. Ni por qué hace circular sobres con fotos pornográficas. Es carnavalesca y grotesca pero a la vez filosófica. Más bien bajas, oscuras, intensas, las dos mujeres del Norte argentino recorren las calles de Pompeya, Buenos Aires. Les llaman Las Negritas y parecen mellizas, hasta que la inmovilidad final las muestra muy distintas.

Los cuentos de Elvio E. Gandolfo son minuciosos, a veces lentos, a veces bruscamente acelerados. Esas corrientes contrapuestas, más el sentido del humor, sutil o desopilante, hacen que sus relatos se adhieran a la memoria como las mejores imágenes del cine o la mejor música, de tango o de rock.